29 mar 2010

Mecanismo de defensa

La luna estaba tan brillante esta tarde, tus pies tan mojados y yo aclamándote para que me des una ciruela.
Es tan complicado ganarme la barba.
Pone tu mente en Canal 3 o AV.
Todas esas guirnaldas y payasos de días mejores opacadas por la sangre que ahora limpiás del colchón.
Eras un ángel, eras tan pura y ahora sos una pintora sin manos y con cuatro ojos.
Sos la adversaria de tu contraria que sos vos.
Te ves blanca oscura pero no sos gris.
En promedio das nueve veces de arrancarte las amígdalas.
No podés esculpir en tu propia carne el rostro al que has de alabar.
Estás reluctante por tus barcos que, a tu criterio, están a la deriva pero, querida, tenés la comesón en tus manos, rascarte no es una opción atada a una bomba de tiempo.
Y ahora venís jactándote de que Cristo no quiere. No quiere que bebas su sangre.
No quiere que comas su cuerpo.
Solo suplica una deliciosa angustia.
Pan de gente para el desayuno de deidades al que, oh, sorpresa; NO ESTÁS INVITADA.
Tantos domingos que podés alternar.
Y ahora solo tenés que abrirte.
Abrite.

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