16 abr 2012

Más grande que una casa


En esos bolsillos el rejunte de fluídos parecía un eterno descontento; unos arpegios mal llevados que desencadenaban en una disonante armonía.
Le pegó la última pitada al pucho en la esquina de Maipú y Ayacucho antes de subirse al bondi para malinformar al conductor.
Una especie de trapecista de camisa...¿Si te digo lo que hago, me crees?
En el cuarto solamente una chimenea y un kilo de harina que lo ayudaban a evitar el frío.
Doblaba las palabras y las cosía cuando le parecía bonito. Entretejía esa ambigüedad que lo fascinaba.
Lo fascinaba más que cualquier otra cosa de aquellas. Quizás por que no podía sorportarse a si mismo siendo un tan alto representante de lo que decía que creía o lo que creía que decía.
No hay punto en darle vuelta si a la gente le encanta(ba).
Era dolor y pasión, tristeza y dulzor. Era un poco más de lo que podía ser y lo había logrado él solo.

Cuando llegó el fatídico, delicado predicamento. Una suerte de polvo desparramado sobre las grietas. Fue cuando pudo tocar el sonido de su propia voz. La verdad de su gusto. A su gusto y placer. Pero no le ganó el miedo. Ni las palabras que usaba a pesar de no conocerlas. Dstinguió la perfectísima grima y la suculenta culpa. Más fuerte imposible dio un bocanazo a su alrededor.
Consumió todo lo que había.
Se volvió el miembro de todos sus administradores, una maltrecha traducción entre idiomas que no se podían percibir de esa forma...
-¿Algo así como los ciegos y el elefante?
De cierta manera no.

Le había recordado a la niñez, a fabular, a escuchar esos cuentitos y emocionarse con cada letra. Un estudioso de los mudos, un repitente en su propio paraíso.
Una forma agradable de adorar. Esa palabra que evitaba, esa palabra que jamás diría. Su único punto inflexible.
Y eso que era de admitir cuando se equivocaba.

Pobres mortales, pobres almas desdichadas incapaces de ver lo que está frente a sus ojos.

1 comentario:

il damo massi 3.0 floresta dijo...

tarde como 3 horas en leerlo, muy bueno, no, es un chiste, de compromiso lo dije, özil y la chacon que te pariox, besi