14 oct 2021

Problemas especiales parte 3

 Varias semanas pasaron, hasta que un día Emma se despertó por el sonido de un enano prendido fuego tocándole la puerta.

- Odio los lunes. dijo Emma haciendo una clara referencia a Garfield

Pero no era lunes. Y el enano seguía tocándole la puerta completamente en llamas.

- Ayuda! estoy prendido fuego, dijo el enano actualmente incendiado.

Ema le abrió la puerta, buscó algo de arena que tenía y lo ayudó a apagarse.

- Gracias, eras la única que podía salvarme. dijo el enano agradecidamente.

Emma se sintió un poco mejor con ella misma, le gustaba ser útil, a pesar de que estar llorando en un rincón también tenía su atractivo.

- ¿Cómo te prendiste fuego? - dijo Emma

- Ehm... ¿vos viste lo que es la ciudad? literalmente media ciudad está prendida fuego. Ese engendro de la gelatina arriba de una madera nos está haciendo cagar a todos. 

El enano tenía un buen punto, Emma no salía hacía muchísimo tiempo y ya se había olvidado del resto de la gente.

Ese mismo día Emma empezó a volar por la ciudad recolectando arena y apagando varios incendios.

Una vez que terminó de apagar todo lo que pudo, se dedicó a buscar la guarida de la descendencia de la gelatina medio derretida (arriba de un pedazo de madera).

No tuvo muchos problemas para encontrarlo, ya que una búsqueda en el GPS la mandó exactamente donde tenía que llegar.

Cruzó la puerta del lugar y lo que vio la dejó congelada; la hija de la gelatina sobre un pedazo de madera era en realidad... la verdadera gelatina medio derretida arriba de un pedazo de madera.

- Pe... pero... pe... pensé que te había derrotado - dijo Emmma, pensando que había derrotado a la gelatina pero claramente equivocándose.

- La verdad que no; no me derrotaste. respondió la gelatina confianzuda.

- ¿Pero por qué? yo vi tu funeral. Dejaste de existir. Vi el dolor en la cara de tu familia. Vi como perdías tu nombre para dejar de ser llamada, ah eso: ¿tenés nombre?

- Sí, tengo nombre... pero no pienso decírtelo.  Es irrelevante para nuestro tipo de relación.

- Andá a cagar gelatina de mierda, te haces la superada solo porque tenés esta ciudad de morondanga (sic) a tus pies y la podés destruir como vos quieras, no te hace superior a mi, yo soy especial. 

Te crees que vas a poder destruir a todas las ciudades porque destruiste esta ciudad

Vos sos una cagada, con una vida insulsa que solo se dedica a crear caos y nada más, o sea, mirá lo que sos, no puedo ni creer que esté discutiendo con una gelatina a medio derretir arriba de una tabla de madera, hasta seguro que tu madera es pino o algo así barato, no se puede más. Sal del mar de la rivera gelatinosa y vete de mi ciudad!

- Primero que nada, nadie te invitó a mi choza en el centro de la ciudad. Vos sos la pibita que se autoinvitó para injuriarme. - dijo la gelatina, con un poco de razón

- Segundo, nada te ata a esta ciudad. Yo misma me encargué de sacar a tus familiares, amigos y resto de seres queridos antes de prender fuego todo. Por lo que no tenés ninguna razón válida para pelear contra mí.

- ¡Eso es falso! me necesitan, yo soy la única con habilidades especiales

- No me interrumpas. La posibilidad de hacer algo no te obliga a hacer ese algo, ¿podés dejar de ser una melodramática un rato nada más?

Emma se empezó a poner nerviosa, corrió a trabar la puerta blindada de la choza y estaba a punto de empezar a cachetear a la gelatina cuando fue interrumpida...

- Y tercero y último - dijo la gelatina amenazantemente - yo no estoy encerrada en esta habitación con vos, vos estás encerrada conmigo.

La luz se apagó. Y después se volvió a prender. Y después se apagó de nuevo. Y después se prendió de nuevo y. Todas las paredes de adobo de la choza estaban repletas de gelatinas medio derretidas arriba de maderas de diferentes árboles como cedro, cerezo, nogal y guatambú, lo cual dejaba en claro que lo de Ema había sido una mentira.

Emma perdió el control y se desvaneció. Le había bajado la presión. Las gelatinas la invadieron.

Al despertarse estaba en una habitación de hospital, con fiebre muy alta. Era la reina de las gelatinas.

El hombre calendario le preparaba un tecito.

- Sobreviviste. Al menos la parte buena tuya sobrevivió. - dijo el hombre estrafalario

- ¿Cómo que la parte buena? - respondió sorprendida Emma

- Sí. La gelatina.

- ...?

- Que no existe la gelatina, eras vos la que prendió fuego la ciudad.

- ¿Cómo que era yo? yo quería salvar a la ciudad. Estás equivocado hombre sexagenario, no podés decirme esto.

- Emma se despertó con sus últimas fuerzas y miró en el espejo: ella era la gelatina arriba de una madera (de pino). Y ni siquiera tenía forma humanoide. Cerró los ojos. Los volvió a abrir. Los volvió a cerrar y los volvió a abrir. Estaba parpadeando. Pero la imagen del espejo le mentía.

Emmmma tuvo que acostumbrarse a su cuerpo, acostumbrarse a su falta de habilidades especiales, acostumbrarse a ser normal. Al llegar a su casa y volver a prender la computadora para strimear se dio cuenta de que seguía siendo una persona.

Nunca nada fue como ella lo imaginó.

Pero ella estaba teniendo un cierre.

Y nunca nadie va a salvar su ciudad cuando muera.

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