28 sept 2010

Tomar Café (Parte 2)

Para ser una lesbiana era demasiado perturbadora la cantidad de semen que caía de sus verdes labios hinchados.
¿Qué te pasa? Le pregunté
Se me cagó de risa, era obvio.
No quería que yo le cuente más de mis aventuras con perros rabiosos y malos cafés.
Era mucho más simple que aquella travesía insulsa en un mar de carne y jugos vaginales.
Era un golpeteo del corazón que normalmente haría que un caballo relinche.
De pronto me tomó la mano, yo se la escupí y me pidió que no le dijera a nadie.
Se tomó un taxi, no sin antes llevarse mis pantalones.
Seis meses encerrado en una pocilga, SEIS PUTOS MESES.
Ver como mi cuerpo se pudría se había convertido en un plácido viaje lisérgico.
Casi demasiado verdadero como para ser una actuación, casi demasiado actuado para ser una vida.
No era real.
Entonces la llamo, “Hola, ¿sí?; ¿se encuentra su hija que quiero cogérmela?
Era tan burdo, muy absurdo, muy común y moderno. Ya le paso.
Quisiera enterrar mis dolores y mierdas edípicas en tu orificio sangrante.
Me bajaste los dientes. No te molestó lo que dije, te molestó que ésta vez la que no salga ganando de más seas vos. Y únicamente vos.
A otra cosa; Fabriqué pan.
Fabriqué pan un par de meses.
Entonces la encontré, pero ahora yo no era más un médico de cáncer con un babero repleto de baba, era un vacío 
químico, un agujero negro, el punto del universo donde la mierda llegaba a su cloaca.
Ahí perdí un poco de color. Lo admito. Me bañé con una paleta veraniega.
Después, día gris, tarde negra, incontables imágenes que no volveremos a ver.
Dos estatuas, cuádruple sentimiento de abandono pero darse cuenta de que no.
La ficha cae sobre el piso, forma una perfecta U.
Me da la mano, y el pensar en culpa muerde.
Rápido, atrás, adelante. Diez centavos para el peso. ¿Qué carajo hice?
Nada, recupero cordura, me manejo despacio, muevo por la cornisa y caigo de nuevo al mismo laberinto absurdo de papel higiénico.
No es que me esté limpiando el culo conmigo mismo, o quizás sí.
Dolores, presiones en el pecho y unas cuantas patadas bien merecidas en los huevos después, aquí seguimos.
Todavía parece que la luna no cambió de lugar, y si lo hiciera seguiríamos con una cuestión psicosomática falsa que nos ahuyente de alejarnos.
Pueden aparecer muchas monjas en el camino, pero Dios no está en la iglesia.
Dios no está en un lugar. Tengo el pequenísimo inconveniente de haber perdido su número de celular.
El amor que le tenía se fue sumando a cristales de azúcar.
Y nunca perdí de vista esa azucarera,
Espero no hacerlo.
Espero poder tomar café tranquilo.

De todas formas, esta sigue siendo mi versión de la historia.

1 comentario:

Victoria dijo...

Aunque te resbales con jabón para lavar y no con jabón para limpiarte la cara, yo te voy a seguir queriendo igual.
Tal vez ese dicho de 'te estiré la mano y vos me agarraste del brazo' tenga otro significado pero yo le encuentro el sentido que quiero.
Y al fin de cuentas, no importa nada.
Me di cuenta de que no puedo dejar de comerme las uñas

así que me las voy a pintar

te amo u//////u